La palabra ?sensibilidad social? es capítulo elemental de la convivencia humana, dolorosamente la utilizamos demasiado poco. Es ese elemento que diferencia a una sociedad con elevada calidad humana, de una que no tiene esta preciosa característica. Desgraciadamente, la sensibilidad social no va de la mano con el conocimiento; es una cualidad que no se adquiere en escuelas o universidades, sino que se aprende en casa, junto con una pléyade de valores que brindan a un grupo excelencia humana.
Sensibilidad social es voltear ante quien pasa a nuestro lado; salir de nuestro caparazón y entender que habitualmente las necesidades de otros son más urgentes que las propias.
Sensibilidad social es no encerrarse en las propias convicciones y atacar. Sino lo contrario, entender que los humanos somos parte de un todo, y que el arte de vivir es gozar las coincidencias, y no atacar las diferencias.
Sensibilidad social es preparar el camino para que el que viene atrás no tropiece. Pero manteniéndonos a suficiente distancia de él para que no resultemos pagados por su agradecimiento.
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